Pueblos
Unidos contra la Troika: 1 de junio Manifestación Internacional
MAREA EUROPEA Contra los recortes y por una verdadera
Democracia
Las brutales e inhumanas políticas de ajuste impuestas
por la odiosa Troika (el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario
Internacional y la Comisión Europea) con la ayuda de los gobiernos cómplices,
están causando en Europa la mayor crisis de la democracia de las últimas
décadas. Millones de personas estamos siendo condenadas al paro, la pobreza e
incluso a la muerte por una deuda ilegítima e impagable, que en su mayor parte
es privada; de bancos, grandes empresas y entidades financieras. El rescate
Europeo a la banca, avalado y garantizando por el Estado, una vez más privatiza
los beneficios mientras socializa las pérdidas y a cambio exige recortes
sangrantes.
Con la excusa de la crisis de la deuda han modificado la
Constitución (Art.135.3) sin escuchar nuestra voz en referéndum, imponiéndonos
el desmantelamiento de los servicios públicos como la Sanidad o la Educación
que son entregados al sector privado como "oportunidad de negocio",
vulnerando así los derechos sociales y laborales conquistados en las últimas
décadas. Con ello se ha provocado, además, que miles de familias de los países
afectados pierdan su vivienda y su vida diaria.
La disolución de las fronteras entre lo público y lo
privado alimenta una corrupción impune que envilece nuestra sociedad y
pervierte la política en su papel insustituible de instrumento de acción
ciudadana. El objetivo de las privatizaciones es el expolio, la concentración
de la riqueza y la profundización en las reformas neoliberales.
Ya sea a través de los memorandos impuestos por la Troika
a Grecia, Irlanda, Portugal o Chipre o del rescate financiero en el caso del
Estado Español se está produciendo un trasvase de dinero público a las
entidades financieras a costa de la pérdida de derechos básicos, el
empobrecimiento generalizado de la población y el aumento de la desigualdad
social en toda Europa.
Sabemos que el modelo de desarrollo insostenible de las
últimas décadas basado en un alto consumo de recursos energéticos y materias
primas ha llegado a su fin. Frente al crecimiento ilimitado de la economía
financiera y especulativa es necesario un cambio de rumbo, pero no para salvar
a los bancos sino a las personas, a las generaciones futuras y al planeta.
Este cambio de rumbo debe partir de una democratización
de Europa, desde sus ciudadanos/as, para que los derechos de las personas y las
decisiones políticas democráticas se impongan a la avaricia de las
instituciones y mercados financieros y de las grandes multinacionales.
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