Ayer
domingo 1 de junio, por quinto año consecutivo se ha celebrado en el Paseo de
Atapuerca de Burgos el Día de la Escuela
Pública. Organizada por la Plataforma Escuela
Pública, Laica y Gratuita de Burgos la jornada se
celebró en un ambiente festivo y reivindicativo, en la que destacó la
participación de la ciudadanía y el rechazo a los recortes educativos que se
siguen produciendo y a la nueva ley de educación (LOMCE) que entrará en
funcionamiento el próximo curso.
La
jornada comenzó a las 11:30 de la mañana con una bicicletada popular que partió
del Paseo de Atapuerca y recorrió las principales calles de la ciudad. Niñas,
padres y madres, profesorado y ciudadanos en general partieron en sus
bicicletas con dorsales que reivindicaban una verdadera educación pública de
calidad y rechazaban el cambio de modelo educativo que se está produciendo y
que va dirigido hacia una educación elitista, segregadora y adoctrinadora. A su
regreso al Paseo de Atapuerca, las ciclistas fueron recibidas con un fuerte
aplauso por las muchas personas que allí ya se habían congregado.
A las doce habían dado comienzo los talleres
infantiles con una gran aceptación por parte de la chavalería y sus familias.
Los talleres de flores, de molinos de viento, de dibujos, de pájaros
carpinteros, equilibristas y viajes a la luna y muchos más, todos ellos con
materiales reciclados, fueron el regocijo de niños y niñas que iban pasando de
unos a otros sin interrupción, mientras desde el estrado se leían algunos
poemas en defensa de la educación y el manifiesto del Día de la Escuela Pública*. Finalmente, la mañana terminó con una sesión de
“Danzas del Mundo”, vistosa, festiva y participativa.
Tras
la pausa para la comida, que algunos miembros de la Plataforma la
realizaron a orillas del Arlanzón de forma compartida, como si de un picnic se
tratara, la jornada se reanudó a las seis de la tarde con un gran concierto que
se prolongó hasta las diez de la noche. Los grupos que actuaron fueron Falling
Loud, Moshaholics, Raid y Natural Way, todos ellos aplaudidos por el nutrido
público asistente y vitoreados por su colaboración y su compromiso en defensa
de la Escuela Pública.
La
Fiesta
de la Escuela Pública
se ha convertido en Burgos casi en una tradición, acudiendo cada vez más
personas que en un ambiente festivo no dejan de recordar a las autoridades que
seguirán movilizándose a favor de una educación pública, laica, gratuita y de
calidad y en contra de decisiones políticas que ataquen este derecho
fundamental.
* Manifiesto de la
Fiesta de la Escuela Pública en Burgos
En
el día de hoy, uno de junio, celebramos la fiesta de la Escuela Pública.
Pretendemos que sea un día festivo, pero al mismo tiempo un día reivindicativo.
Durante
los últimos años hemos venido sufriendo un cambio de modelo educativo. Con la
excusa de una crisis diseñada por las élites del sistema capitalista, vemos cómo
han ido en aumento los recortes en educación, cómo se han elevado las tasas
académicas y cómo se nos ha impuesto un ley de educación elitista, segregadora,
adoctrinadora y antidemocrática, mal llamada Ley para la mejora de la calidad
educativa.
En
este nuevo modelo educativo el alumnado pasa a un segundo plano dentro de las
prioridades formativas de la escuela, suplantado por el “mercado”, y los intereses
de este último prevalecen sobre los intereses de las niñas y los niños. Las
familias son apartadas del ámbito de la toma de decisiones, teniendo cada vez
menos que opinar sobre la educación que reciben nuestras hijas e hijos, en un
claro impulso intervencionista por parte del estado como representante de esas
élites empresariales, no así de la ciudadanía (¿alguna vez lo fue?). Y el
profesorado, vejado y humillado, asiste al desmantelamiento de sus derechos
laborales, mientras es obligado a cebar a su alumnado como ganado que está
siendo engordado para ese matadero que llamamos “mercado laboral”.
Para
protestar por todo ello estamos aquí. Para reclamar lo que nos corresponde como
ciudadanía que siempre paga y cada vez recibe menos a cambio, en un ambiente
festivo, pero de lucha. Para hacer oír nuestra voz, la de los padres y las
madres que ven cómo sus criaturas son adiestradas por el sistema, seleccionadas
y segregadas si no alcanzan su supuesta excelencia. Para hacer oír la voz del
profesorado que ni se conforma, ni se resigna, que no se acomoda y que cree en
la importancia social de su labor. E igualmente, para que sea escuchada la voz
de ese alumnado crítico, que piensa y razona y discrepa, que lee y se informa,
y se mueve, y molesta a los que hay que molestar, y protesta y no se conforma
con lo que le toca. Y para los niños y niñas que todavía no han llegado a ese
punto, pero que habrán de llegar, a pesar de todos los palos que el sistema les
ponga en las ruedas, para que no sean los futuros consumidores acríticos y para
que sean pesadilla y no regocijo de los más que conocidos caciques, locales,
estatales y “multinazionales”.
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